En política, el que no es cabrón es
pendejo…no hay más
Filósofo de Güémez.
Déjenme decirles que al PRI de Colima sólo
el instinto de sobrevivencia y el ansia de poder connatural, lo van obligando al
inicio del proceso electoral 2015 a jugar con cartas muy vistas, tan sólo con
arrestos y con ingenuidad.
El jefe político del tricolor en el
estado y su mandadero “El Tamacuaz” pretenden,
a partir de corazonadas fincadas en la vacilada y la componenda, asegurar un
edificio electoral cuya estructura acusa cuarteaduras y amenaza con derrumbarse
el 7 de junio próximo.
Las componendas entre grupos políticos
mafiosos como < el otro PRI > y el PRI de Mario Anguiano Moreno, son las
causas de muchas cuarteaduras sin reponer que urgen medidas mucho más osadas,
firmes y radicales si se quiere conjurar el derrumbe anunciado.
Desafortunadamente frena esa acción un
insostenible espíritu de cofradía y un malen tendido sentido de unidad.
En el
PRI colimense se perdona a quien se debe castigar.
Se encubre a quien hay que
descubrir.
Se entiende bamboleo por estabilidad.
Se confunde solidaridad con
complicidad.
Se quiere no agitar las aguas cuando se navega en un mar
embravecido.
En el PRI estatal se ha desatado la
competencia por la incompetencia de la irresponsabilidad y de pronto aparecen
los nombres de ellas y ellos y el desencanto ciudadano no se ha hecho esperar:
Son los mismos, ¿cómo, la esposa de un exgobernador de candidata y la actual de
nombre Alma Delia, con muy mala fama pública misma que ya
tiene una pensión millonaria ahora de candidata a diputada local, y por si fuera
poco ,el impopular y faldero de Nabor Ochoa, el alcalde con licencia “Kike”
Rojas a la diputación federal?
Mal comienzo y lo que falta.
Nadie asume
su responsabilidad, son los mismos repartiéndose el pastel político.
Los
tricolores no han recalado que es tiempo de depurar, no de reciclar.
De ofrecer
una oferta política seria, responsable, honesta, de ideas modernas, no de
imponer, no de parchar.
Nadie en ese partido han reconocido las
deficiencias políticas, nadie ha exhortado o contenido a quienes han corrompido
la estructura de un partido político como el PRI, a quienes han vendido el
acero que lo vertebraba y lo han vendido como fierro viejo, a quienes lo han
desmantelado en beneficio propio a costa de su derrumbe total.
Mario Anguiano Moreno y <El Tamacuaz>
están obligados, como responsables, a reconocer eso, y algo más: no sólo en el
campo electoral se cimbra el edificio tricolor.
La descomposición política y social que
ha desestructurado a este partido estalla un día en Villa de Álvarez, otro en
Tecomán y también en Manzanillo, no hay trabajo político, no han sabido
redimensionar la política, sobre todo, en el puerto donde el presidente de su
comité municipal anda más pegado a la botella de tequila que pegando propaganda
política.
Esa circunstancia, así como la miopía y
la ambición política ,va condiciendo a la clase política priista a entablar
alianzas perversas como la de “Kike” Rojas con el hampón diputado federal del
Verde Ecologista Nabor Ochoa López, a formular arreglos de ocasión para
sostener y administrar el edificio con acuerdos patito, aun cuando no se cumple
con la palabra empeñada como es el caso de los ataques directos a la
administración anguianista y a uno de sus funcionarios de parte del diputado
federal Francisco “Pico” Zepeda, quien a través de sus filibusteros en los
medios desacredita el trabajo gubernamental y de paso golpea a un posible
candidato.
Me queda claro que entre los priistas, hay un acuerdo básico pero limitado que provoca los desencuentros entre ellos.
Un acuerdo suscrito en el pináculo del edificio que se viene abajo.
El cruce de
acusaciones entre priistas en el marco de la competencia electoral en nuestro
estado confirma que el cártel político más fuerte es el narcotráfico.
El desgobierno de Colima es mezcla de
inconformidad social y política, su partido, el PRI, es una entidad política
que va agraviado a muchos colimenses, hoy los tricolores no son referencia
política de honestidad y mucho menos de decencia, su descompostura política es
de una magnitud superior a lo calculado donde hasta un presunto delincuente
como el subsecretario de Comunicaciones José Ignacio Peralta Sánchez, exige, vía ataques periodís ticos hacia sus
rivales, pagados por él mismo, ser candidato a la gubernatura.
Si los tricolores quieren conservar el
edificio donde están parados deben ser más cuidado sos en seleccionar a sus
candidatos.
Esto supone no sólo promover a los mejores, si hay más de lo mismo
como hasta ahora vamos viendo, esto nos deja la lectura que el PRI de Colima se
compone de puro lastre.
Y luego porque pierden.
Ahí se ven.
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TECOMÁN, ARMERÍA MICHOACÁN Y EL ESTADO DE COLIMA
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