Héctor Raúl Avila Vázquez
El juramento Hipocrático es un acto personal público que hacen los que van a empezar sus prácticas con enfermos- pacientes o se gradúan en medicina, veterinaria, tecnología médica, fisioterapia,logopedia, odontología y enfermería.
Lo hacen igualmente, otras personas del área de la salud.
Se hace ante los otros médicos, doctores y ante la comunidad.
Su contenido es de carácter ético, para orientar la práctica de su oficio, es también el juramento que se basa a partir de la responsabilidad del ser humano y conciencia de ella.
Durante casi dos mil años, la medicina Occidental y árabe estuvo dominada teóricamente por una tradición que remontándose al médico griego Hipócrates (siglo V a. C.), adoptó su forma definitiva de la mano de Galeno, un griego que ejerció la medicina en la Roma imperial en el siglo II.
Según la tradición, fue redactado por Hipócrates o un discípulo suyo.
Lo cierto es que forma parte del Corpus Hipocráticum, y se piensa que pudo ser obra de los Pitagóricos.
Según Galeno, Hipócrates creó el juramento cuando empezó a instruir, apartándose de la tradición de los médicos de oficio, a aprendices que no eran de su propia familia.
Los escritos de Galeno han sido el fundamento de la instrucción médica y de la práctica del oficio hasta casi el siglo XX.
A partir del Renacimiento, época caracterizada por la veneración de la cultura grecolatina, el juramento empezó a usarse en algunas escuelas médicas, y esa costumbre se ha ido ampliando desde el siglo XIX, en algunos países, y desde la Segunda Guerra Mundial en otros, aunque es completamente ignorada en muchos.
Aun cuando sólo tenga en la actualidad un valor histórico y tradicional, allí donde se pronuncia, el tomarlo es considerado como un rito de pasaje o iniciación después de la graduación, y previo al ingreso a la práctica profesional de la medicina.
En el período Clásico de la civilización griega, sobresalió el arte de curar.
Aunque seguía contemplando principios religiosos, la curación ya no estaba orientada por la magia, sino por lo clínico.
En esa época se escribió el primer escrito ético relacionado con el compromiso que asumía la persona que decidía curar al prójimo; el compromiso del médico era actuar siempre en beneficio del ser humano, y no perjudicarlo.
El juramento original, es un manuscrito bizantino del siglo XI en el que está escrito el Juramento Hipocrático en forma de cruz.
Existen a raíz de ello, répiclas en clásico, griego, español, de Louis Lasagna y el de la Convención de Ginebra.
A éste último, me referiré y se lee así;
En el momento de ser admitido entre los miembros de la profesión médica, me comprometo solemnemente a consagrar mi vida al servicio de la humanidad.
Conservaré a mis maestros, el respeto y el reconocimiento del que son acreedores.
Desempeñaré mi arte con conciencia y dignidad. La salud y la vida del enfermo serán las primeras de mis preocupaciones.
Respetaré el secreto de quien haya confiado en mí.
Mantendré, en todas las medidas de mi medio, el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica. Mis colegas serán mis hermanos.
No permitiré que entre mi deber y mi enfermo, lleguen a interponerse consideraciones de religión, de nacionalidad, de raza, partido o clase.
Tendré absoluto respeto por la vida humana.
Aún bajo amenazas, no admitiré utilizar mis conocimientos médicos contra las leyes de la humanidad.
Hago estas promesas solemnemente, libremente, por mi honor.
Y bien, por qué hago referencia a todo ello.
Las razones son sencillas; usted no puede ni debe enfermarse los fines de semana, viernes, sábado o domingo.
Y es que, en los los hospitales del Estado de Colima, no hay servicio de internistas que den seguimiento a los padecimientos o tratamientos de los impacientes enfermos.
Mucho menos, no puede ni debe asistir a consultas los días lunes a los centros de salud, porque doctores y doctoras, tienen reunión general en la jurisdicción a la que corresponden, por lo tanto, para que usted pueda enfermarse, debe elegir entre martes, mièrcoles o jueves, porque los dìas viernes, emigran los mèdicos a sus lugares de origen para "descansar" de las intensas jornadas médicas.
Tampoco tiene acceso a medicamentos de primer nivel- esos que son más costosos- pues el seguro popular no los contempla en el cuadro básico medicinal, y por ende, tiene que comprarlos.
Hay que levantarse a las 3 de la mañana, correr al centro de salud más cercano, formarse en las ya largas filas para alcanzar una de las 10 fichas de consulta, o en todo caso, irse a dormir afuera del edificio mèdico, para ser de las primeras personas en lograr su cometido.
No se vale que discuta, que se queje o se inconforme, porque entonces, su nueva consulta, operación o curación se alarga hasta un mes o dos, depende de la actitud o ánimo del mèdico o doctora.
Lo que le quiero decir, es que mejor ahorre para su atención médica, pague a particulares y se deje de pregonar, de quejarse, de lamentarse y de sentir la indiferencia de doctoras, doctores, enfermeras y enfermos.
Pero más aún, la apatía de las autoridades médicas administrativas y el sindicato del sector salud, que no avanzan en la calidez y calidad que deben entregar a diario a los enfermos y enfermas.
En promedio, cada mes fallecen 4 o 5 enfermos por descuidos y ausencias de los médicos internistas, el 50% no son canalizados a tiempo a médicos especialistas como son los neurocirujanos, cardiólogos, traumatólogos, pediatras, etc,, en consecuencia, sus padecimientos se aceleran y están expuestos a morir.
Muertes que no son conocidas por el grueso de la población, pero que los compañeros de esos enfermos y enfermas, los agentes funerarios, dan cuenta de todo ello.
Y el cuestionamiento es; si se destinan millones y millones de pesos, se difunden en especta culares áereos, nos bombardean en radio y televisión las bondades del seguro popular universal, por qué hay fallecimientos. ??
Cuídesen mucho, no hagan cosas malas, trabajen mucho, no coman polvo, y tengan su muy buen día...
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