Pecatas Minutas
GILBERTO MORENO LARIOS
Los gobiernos de los estados ya no
manejarán más la nómina de los trabajadores de la educación. A partir de esta
quincena de enero se vuelve al viejo sistema centralista de pagos que se había
modificado en los tiempos de Ernesto Zedillo, el último presidente priista del
siglo pasado.
En el marco de las reformas a las
leyes de Coordinación Fiscal y de Contabilidad Gubernamental, se re-centralizan
los recursos destinados a este importante rubro.
El control de la nómina de los
trabajadores de la educación pasará de manos de los gobiernos estatales a las
del gobierno federal. Con esta medida se pretende re-establecer el orden y la
transparencia en el manejo de los recursos financieros, pues con el sistema
descentralizado se tenía un uso indiscriminado del gasto que debería ser
destinado exclusivamente a la educación.
Servía de caja chica a los
gobernadores en la que podían disponer a su antojo de la autorización de plazas
fantasmas, nombrar maestros comisionados o con licencia, financiar campañas
políticas; en fin, toda una serie de situaciones anómalas, mientras que las
escuelas siguen careciendo de servicios
elementales como sanitarios decorosos, edificios en buen estado, material
didáctico adecuado, material de aseo, pintura, etc.
No podemos asegurar a ciencia cierta que tan atinada será la medida,
porque a lo largo de la historia hemos aprendido que los retrocesos no son nada
buenos.
Pero lo que no se puede negar, puesto
que salta a la vista, es la corrupción que se venía dando en todos los Estados gracias
a que los gobernadores tenían manga ancha para disponer de estos recursos
financieros.
En un absurdo e inadmisible amasiato entre los líderes de las secciones
sindicales, los gobernadores y los secretarios de educación locales, podían
disponer de plazas, comisiones y toda clase de artimañas para desviar el dinero
que estaba destinado a los trabajadores, a mejorar los edificios escolares y a
elevar la calidad de la educación.
Se gastaban el dinero sin ton ni son en las
campañas electorales, apoyando a liderzuelos metidos a políticos que al llegar
a los ansiados puestos se olvidaban de las bases donde se formaron.
Eso es en
lo que toca a los docentes, pero la corrupción no se limita exclusivamente a eso, llega mucho más lejos; en los edificios de la secretarías
de educación en los Estados, pue den verse
pululando como zombis a cientos
de “trabajadores” que se la pasan comiendo tortas detrás de un escritorio, o a
chicas glamorosas limándose las uñas mientras atienden su celular, sólo porque
tuvieron la gracia de ser hijos del compadre, hermanos del amigo, parientes de
la amante, etc.
Gracias a los abultados presupuestos que la Federación otorgaba a todas
las entidades, los gobernadores tenían la capacidad suficiente para convertir
estas dependencias en agencias de colocación y refugio laboral para toda clase
de “ninis”, juniors, inadaptados sociales, estudiantes fracasados, hijos
idiotas; todos, por supuesto, con alguna relación sanguínea o emocional con los
líderes sindicales o con los altos mandos de la clase política. El bonche era
tan grande que alcanzaba para eso y más.
Pero se acabó, con la
re-centralización de pagos no habrá más recursos indiscriminados. Con los
excedentes que resulten de una mejor administración del presupuesto, las escuelas podrán contar con recursos
etiquetados para reconstruir muchos de los espacios educativos que hoy en día
están en niveles deplorables.
Además, con las reformas estructurales a la
educación, ya no habrá maestros ineptos ni plazas obtenidas por compadrazgo;
solamente laborarán maestros capaces que se hayan ganado su puesto en un examen
de oposición.
A partir de este quince de enero, la Tesorería de la Federación vuelve a
ser, como en los viejos tiempos, la pagaduría más grande de América Latina,
relevando la autoridad a los gobiernos de los Estados y quitándoles la
responsabilidad de negociar las peticiones salariales del magisterio.
Ahora
todo se concentrará en el Distrito Federal.
Esperemos que la idea resulte positiva, de lo contrario, solo estaremos
viendo un cambio en el manejo del presupuesto educativo y un cambio en el
manejo de la corrupción, porque también en el nivel federal ya sabemos cómo se
las gastan.
PERIÓDICO BISEMANARIO EL ALACRÁN, EN KIOSKOS DE TECOMÁN, ARMERÍA Y MICHOACÁN
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