martes, 19 de septiembre de 2017

DOCENTE PIDE QUE SECRETARIO DE EDUCACIÓN "REGRESE" DE FINLANDIA

OSCAR JAVIER HERNÁNDEZ ROSAS
Tardé bastante en escribir mis reflexiones en torno al conflicto con la secretaría de educación en Colima, porque tendrían varias ópticas que me afectan en lo personal: aunque nunca me he distinguido por ser más sindicalista, mi padre fue secretario general de la sección VI del SNTE, mi madre siempre fue activista de Vanguardia Revolucionaria, mis primos hermanos también fueron secretarios generales de la sección 39 del SNTE y luego secretarios de educación. 
Además, en su momento, formé parte de un equipo muy numeroso de colaboradores del actual secretario Oscar Javier Hernández Rosas. 
Sobretodo, nunca he sido, en mis 30 años de docente, el más cumplido y ordenado.
En los primeros años del 2000, me incorporé al proyecto de integración educativa que dependía de Educación Especial y que se encontraba fuera de todos los programas y proyectos educativos del área de actualización que dirigía el maestro Oscar Javier, quien desde entonces demostraba las mismas actitudes de arrogancia y despóticas que muestra hoy, más de una década después. 
Pasé de coordinar un proyecto estatal a ser asesor del centro de maestros en un municipio del Estado. 
Todo iba en un gran paquete del modelo de actualización que promovía la SE Colima a nivel nacional, y que operábamos un grupo de docentes a quienes muchos llamaban "el dream team de Oscar", con sarcasmo obvio. Unos con mayor nivel académico, otros con más influencias que conocimientos trabajamos en ferias de lectura, diseño de cursos y en la articulación de actividades para fortalecer los programas de educación básica. 
Aprendí muchísimo y sufrí, porque esa es la palabra, insultos, regaños y faltas de respeto no de Oscar, pero sí por sus subordinados. 
Recuerdo en particular una, que si sigue en laborando cerca de él, que tenía la particularidad de exigirnos el diseño de cursos y talleres a destajo, como que las ideas fluirían por horarios. 
Se molestaba, por ejemplo, porque suspendíamos los diseños para salir a comer. 
Ella sigue ahí, en ese pedestal desde un ladrillo, ensalzada por su ego y repudiada por todos. 
Bien peinada, mejor vestida, a la oreja del maestro Oscar, lejos muy lejos de las aulas de preescolar de donde nunca debió salir
Recuerdo también que con la firme sospecha de que iba a ser regresado a las aulas, anticipé mi salida y solicité mi reubicación. 
Me presenté ante el director del área, o sea el tan mencionado actual Secretario, para pedir mi vuelta a una escuela. 
El argumento: "maestro Oscar, quiero buscar otros horizontes de desarrollo profesional". 
Él respondió: ¿puede tener otros horizontes? 
Mi vida cambió para bien. 
Años  que estoy en las escuelas. 
Confieso que siempre admiré al actual Secretario, me daba gustarlo saludarlo cuando lo llegué a encontrar en alguna calle de Colima. 
Un saludo breve, casi impersonal porque el hombre siempre mantuvo una sana lejanía casi con todos. 
Tenía un cuadro de fieles seguidores, al que se le agregaron ciertas rémoras oportunistas y lisonjeras después de la contienda electoral, en donde coordinó la campaña de Nacho Peralta, nuestro actual gobernador, quien parece defenderlo a capa y espada. 
Quedó al frente de la SE. 
Aplaudí. 
Un hombre sesudo, frío, estratega, político y de mundo. Colima en sus palabras, sería Finlandia. 
Ahora, ante la situación catastrófica que atravesamos los docentes en Colima y observando su desenvolvimiento en redes social recapacito: tal vez se refirió a Finlandia porque nos daría un largo invierno educativo, una serie de suicidios ideológicos y construiría fiordos para que la comunicación entre profesores, directivos y SNTE quedaran congelados.
No es el maestro Oscar que conocí, no es el Oscar que impulsaba la transformación del papel del profesor en las aulas. 
No es el Director de área que siempre tenía un nuevo libro sobre su escritorio. 
Es alguien que escribe frases con muchas lecturas en su muro de Facebook y luego las retira. 
Me explico: previo a la toma de las oficinas de la SEP en Colima, el señor Secretario escribía post en donde contaba en forma regresiva. 
Al marcar el cero, dijo que no nos desesperáramos, pronto daría a conocer la razón de tal conteo. 
Mientras los maestros de Colima cerraban el acceso a las oficinas administrativas, el abrazaba a su hija y su nieta dándoles la bienvenida, pues volvían de España. 
Supongo que estaba en el aeropuerto de Ciudad de Mexico, mientras se sismaba la organización de la dependencia que encabeza. 
Dicen las rémoras que lo acompañan, que todo es un ardid político para desprestigiarlo y echan culpas a diestra y siniestra. 
Niegan la tormenta que forma grandes corrientes y arrasan con una muy debilitada fuerza docente. 
Quieren causar cortinas de humo para opacar el frente sindical que reclama diálogo. 
Oscar está sordo y ciego ante la unión de ambas secciones sindicales colimenses, una situación de la que no encuentro registro anterior. 
Me complace ver a los líderes dar la cara por nosotros, los trabajadores de la educación. 
Me complace que pongan ante los ojos de todos, la problemática económica, laboral y emocional por la que atravesamos. 
Me da gusto que a pesar de lo vapuleado de nuestro sindicato, defiendan lo que por derecho nos pertenece: un trato digno.
El sindicalismo magisterial colimense, al igual que en muchos lugares del mundo, se encuentra en un estado de depreciación por parte de sus agremiados. 
Grandes amigos míos desempeñan comisiones en ambas secciones y jamás pensé apoyarlos. 
Hoy lo hago. 
Me uno a ese proceso de reconstrucción del perfil del SNTE Colima por una causa válida. 
Lo hago por convicción, lo hago porque es necesaria la participación de todos y cada uno de los involucrados en el hecho educativo. 
Más allá de los inverosímiles Consejos Técnico y las fantasías impresas en cada ruta de mejora de los centros escolares, se encuentra la necesidad de los trabajadores de la educación, de ser reconocidos antes de tomar decisiones arbitrarias. 
Aquí retomo la frase de una maestra de educación especial: ante el consejo técnico y la ruta de mejora no estoy de acuerdo pero me disciplino
Estamos todos aquellos que laboramos en condiciones terribles. 
De no creerme, asistan al edificio ubicado en Francisco Hernández Espinosa 801 en la colonia FOVISSSTE de ésta capital. 
Encontrarán a la vista de todos, una pila de automotores en mal estado ocupando la explanada y la otrora área verde. También podrán ver en el edificio central, el plafón desplomándose y la humedad carcomiendo los muros. 
Ahí empieza nuestra Finlandia. 
Además, los cierres de escuelas dan cuenta de una falta de transparencia más allá de lo obvio, parece que no hay estudios de factibilidad que sustenten esas acciones. 
De los problemas económicos tendrán que dar cuenta a quien le corresponda aunque resulten seres queridos y cercanos.
 ¿Quién lanzará la primera piedra? ¿Serán las rémoras quienes defiendan al actual secretario, acusando a otros a quienes les sirvieron de alfombra y lamieron sus botas previo pago a sus verborreas literarias? 
La razón siempre gana, la justicia es ciega. 
Si alguien equivoca su actuar en este momento, debe detener su marcha y mostrar sus manchas. 
Tal y como me aconsejó una gran amiga, docente en una escuela de las abandonadas por el sistema: actúa si quieres que todo cambié. 
Nos quejamos porque el SNTE no hace nada, solo actos políticos.
 Ahora que se despereza, ahora que alza la voz debemos estar ahí. 
Para muchos, el malestar se encuentra en las actitudes, para otros en la apatía, para muchos en la sordera conveniente, en el estado de confort del que evitamos destetarnos. 
Es tiempo de demostrar que podemos hacer una educación digna siempre y cuando nos ofrezcan un trato digno. 
Por eso, debemos y para eso estamos. 
Aplaudo la decisión del SNTE Colima y deseo fervientemente que Oscar Javier Hernández Rosas abra los ojos a su Estado, dejé su Finlandia fantástica y venga al diálogo.


Emilio Gerzaín Manzo Lozano
16 de septiembre 2017


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