
Al recibir a los embajadores de las naciones del
mundo que tienen relaciones bilaterales con la Santa Sede, en la Sala Regia del
Palacio Apostólico, aseguró que uno de los deberes urgentes de la actualidad es
el “cuidado de nuestra Tierra”.
“Lo hemos visto el año pasado con los terremotos
que han golpeado en distintos lugares de la tierra, especialmente en los
últimos meses en México e Irán, provocando numerosas víctimas”, dijo,
refiriéndose al impacto de los desastres naturales.
Recordó también la fuerza de los huracanes que han
afectado a varios países del Caribe alcanzando las costas estadounidenses, y
que, más recientemente, han golpeado Filipinas.
Estableció que, si bien esos fenómenos no dependen
del ser humano, existe una responsabilidad primaria del hombre en la
interacción con la naturaleza y alertó contra los “efectos devastadores” del
cambio climático, con el aumento global de las temperaturas.
Por eso llamó a afrontar, con un esfuerzo
colectivo, la responsabilidad de dejar a las generaciones siguientes una Tierra
más bella y habitable, trabajando a la luz de los compromisos establecidos en
2015 por el Acuerdo de París, durante la COP21.
Sin referirse abiertamente a la decisión de Estados
de Unidos de abandonar ese acuerdo, defendió el consenso internacional
alcanzado en aquella reunión que busca reducir las emisiones a la atmósfera de
gases nocivos y perjudiciales para la salud humana.
En su largo discurso a los diplomáticos, entre
ellos el embajador mexicano ante la Santa Sede Jaime del Arenal Fenochio, el
Papa recordó el centenario del fin de la I Guerra Mundial que se cumplirá en
este 2018 y defendió los derechos humanos.
Además, se refirió a otros asuntos de actualidad
como las migraciones, la promoción de la paz, la lucha contra la discriminación
y la pobreza.
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