Jorge Aristóteles
Sandoval Díaz.
Formar y habitar ciudades digitales está más cerca de lo que quizá habíamos previsto que sería, aunque no tanto como vislumbraban para ésta década, aquellas películas ambientadas en entornos súper tecnológicos.
Aún así, han sido al menos dos o tres años los que –como sociedades- nos hemos adelantado en algunas áreas de innovación, a raíz de la pandemia.
Y al hablar de ciudades digitales, tenemos que hablar de ciudadanía digital, que a diferencia del concepto tradicional de ciudadanía, no está sujeto a la edad del usuario de Internet, ni a las fronteras físicas de los Estados o países en las que los cibernautas coexisten.
Ciudadanía digital, se refiere más bien al uso responsable de la tecnología por cualquier persona que utilice computadoras, internet y dispositivos digitales para interactuar con la sociedad en cualquier nivel.
Eso implica normas de comportamiento que regulen el uso, mal uso y abuso de la tecnología, bajo la generación de leyes digitales que estipulen derechos y obligaciones claras, y que incluya la protección ante amenazas como el robo de datos personales, para transitar por el espacio cibernético con seguridad.
Es importante señalar que entre las amenazas, no sólo está lo ilegal de la dark web o la deep web , sino que en los aspectos más fundamentales de la web, que es donde se genera la mayor interactividad de los usuarios o ciudadanos, es en éste último espacio, en donde se genera el mayor volumen de delitos y violencia en torno al aspecto digital de la ciudadanía.
Algunas de las tecnologías de la industria 4.0 más controversiales es la del análisis de datos, porque por ella se accede a la información de los usuarios por volumen.
Y es a través del procesamiento de su información, se han identificado preferencias de usuarios para comercializar, emplear, o manipular esa información a favor de un tercero, sin el consentimiento expreso de la persona, como el caso del escándalo de Cambridge Analytica y Facebook, al dirigir publicidad política específica a partir de las preferencias de los usuarios.
Se estima que la empresa británica obtuvo los datos personales de más de 50 millones de usuarios de la red social.
Pero podemos entender a la ciudadanía digital también, como la utilización del internet y las tecnologías de la información y la comunicación, para apropiarse de la realidad, ejercer los derechos de los ciudadanos o participar en movimientos sociales.
Entendiendo así, podemos resaltar a la ciudadanía digital como el conjunto de prácticas relacionadas con la participación política en los tiempos actuales, que permite ampliar y profundizar el debate sobre los asuntos de interés público, y que puede impulsar la participación de los ciudadanos traduciéndose en beneficio para la sociedad
El reto entonces para muchos países durante y tras la pandemia del COVID-19, es fomentar la ciudadanía digital efectiva, promoviendo mejores prácticas basadas en las competencias de inclusividad, información, compromiso, equilibrio y alerta, ahora que la pandemia ha impulsado a miles de servicios a migrar a plataformas virtuales.
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