jueves, 5 de febrero de 2015

LA VEJEZ PREMATURA DE PEÑA NIETO

 PECATAS MINUTAS.....
Gil Moreno Larios

Aún sin haber cumplido la mitad de su régimen y con 48 años de edad, Peña Nieto luce avejentado, demacrado, canoso, y en ocasiones se le nota el rostro sudoroso como si lo agobiara una enfermedad.
 La imagen jovial del político apuesto y galán que nos vendieron antes de las elecciones, ha quedado en el olvido.
    Ahora que ya está llegando la imagen digital de los canales de televisión abierta, cuya señal es perfecta, todos podemos darnos cuenta a través de las noticias y de los spots oficiales que el señor presidente está en plena decadencia. 
 La televisión en alta definición (HD) es tan nítida que en los close up, de cualquier personaje,  se les pueden ver hasta las pecas, los barros y las patas de gallo. 
 Pero el caso de Peña Nieto no se trata únicamente de la imagen digital, no. 
 Al señor se le nota demasiado cansado y agobiado quizás por la alta responsabilidad que se echó encima al tomar las riendas del país; o porque los acontecimientos adversos que ha tenido que enfrentar, lo han mantenido con los nervios crispados; hasta se ha llegado a rumorar en algunos medios sensacionalistas, que padece una terrible enfermedad.
      Con toda razón, los Estadistas de todo el orbe tienden a envejecer más rápido que los ciudadanos comunes por los niveles de trabajo y estrés al que se someten. 
 Pero parece que el caso de nuestro presidente es exagerado. 
 Basta con que comparemos cualquier fotografía, no sólo de la televisión, también de los periódicos y revistas de cuando  andaba de candidato, con una actual, apenas hace poco más de dos años, y la diferencia es muy notoria.
  Su imagen luce sumamente deteriorada, desgastada; como que se le ven ganas de tirar el arpa.
      Sinceramente, aunque no estemos de acuerdo con su forma de gobernar, no le deseamos nada malo. 
 Pero si es verdad que una enfermedad lo está agobiando, debería renunciar o solicitar una licencia para afrontar ese mal que algunos aseguran, le aqueja.
       Tenemos el ejemplo del gobernador de Michoacán Fausto Vallejo, que no quería soltar el hueso. 
 El señor ya lucia como un cadáver y así seguía, se fue  y regresó varias veces, hasta que llegó el momento que no pudo más y terminó por dimitir, y ahora está más tranquilo en su casa sorteando su añeja enfermedad.
      El aspecto físico y  la apariencia son muy importantes en la política. 
 Hay que dar una buena imagen, un aspecto lozano y agradable a la vista de los goberna dos; pero cuando esto no se puede cubrir con maquillaje,  la situación se torna grave.
      El caso Ayotzinapa  dejó a Enrique Peña Nieto muy vapuleado, esperemos que las cosas se enfríen y el señor recobre su salud, si solamente se trata de eso.
  Pero si la cosa es más delicada, como un cáncer u otra enfermedad grave, entonces estaríamos frente a una situación muy complicada.
      Aparte de su deteriorada imagen física, su imagen de Estadista también está por los suelos, ha perdido credibilidad, popularidad, confianza; ya nada es igual si lo comparamos con los días gloriosos del inicio de sexenio. 
 La animadversión de la sociedad hacia su régimen, no lo ha de tener nada tranquilo, a sus colaboradores tampoco. 
 Por lo tanto, el gabinete en su conjunto está obligado a limpiar esa imagen.
  Deben ser muy cuidadosos en los pasos que dan, pues no se pueden dar el lujo de cometer más errores, porque se corre el riesgo de un estallido social.
     El mismo presidente reconoció la antipatía que existe hacia su persona, al dar un mensaje a los medios de comunicación, anunciando las medidas que tomará su gobierno en el tema de la transparencia. 
 Dijo en un tono de reproche, al retirarse un poco del micrófono: “ya sé que no aplauden…”   Al parecer todo eso está minando su salud, por eso tiene el aspecto de una persona enferma.
      NOTA: Si usted tiene pantalla de TV con tecnología digital y aún no recibe la señal en HD, solamente busque en las opciones del menú: autoprogramar o buscar canales.
  Su aparato los buscará y así podrá gozar de una imagen más nítida, aunque la programación sigue siendo igual de mala.


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