jueves, 29 de octubre de 2015

MARIO ANGUIANO, EL MEJOR ALUMNO DEL CHAPO GUZMÁN

Según el Chapo, es la pedrada

“No fueron un equipo, fueron una pandilla”
                                                        JMC

Javier Montes Camarena * Locutor y Periodista

Déjenme decirles que una de las ventajas de la fuga del “Chapo” Guzmán de la prisión del Altiplano es que permite desenmascarar a políticos bribones y ladrones que han hecho de la impunidad su modus vivendi.
Es muy común que en una crisis política como la que atravesamos en Colima, las voces indignadas exijan, si la causa, fue la voracidad de la corrupción o la ineptitud galopante que recorrió nuestro estado en los últimos diez años, como si corrupción e ineptitud fueran mutuamente excluyentes. 
O como si la ineptitud no fuera simplemente una forma de corrupción.
A fuerza, en el más brutal y expreso sentido de la palabra nos hemos acostumbrado a convivir con la inseguridad pública y con la inseguridad política.
En los últimos nueve días de eso que el gobernador Mario Anguiano Moreno le dio por llamar “Gobierno” se dio un canje de posiciones, se volvió enterrador, en un intendente que sólo mal limpiaba los ríos de sangre a un costo altísimo ya que se convirtió en un gran estratega del crimen organizado, en un moderno Alí Babá y de paso, en un traficante de votos que volvieron a la vida electoral a los muertos.
A nadie se engañó. 
El lenguaje equívoco, las medias verdades y las mentiras completas, las contradicciones, los desfalcos, la inseguridad y la corrupción fueron las herramientas de uso corriente de un gobernante alcohólico, cínico y sinvergüenza.
Es la hora de dejar el discurso que ignora cuántas horas le quedan a esté Gobierno ladrón e infectado por el crimen organizado, es tiempo de fijar postura clara ante el final. ¿Cuál es la respuesta frente a estas interrogantes?
¿Cuántos juicios penales enfrentará Mario Anguiano Moreno? 
Sin entrar a especular al respecto creo que ya tiene en fila el juicio popular seguido del juicio político que lo condenan como un “político” incapaz, profundamente antipolítico, llevado por el arrebato, la arbitrariedad y la impunidad.
El diagnóstico sobre el estado de inseguridad que va a heredar Anguiano Moreno reporta un fracaso hecho tragedia. En ese marco, el diagnóstico popular sobre el estado que guarda la inseguridad en Colima resulta demoledor de la “obra magna” del de Tinajas.
Ocho de cada 10 colimenses se sienten inseguros, vamos, hasta los niños se sienten inseguros. 
Uno de cada seis hogares reporta, al menos una víctima o robo con violencia, más de mil 300 homicidios dolosos se han registrado en este mal gobierno, las extorsiones volvieron a ser el pan de cada día, los secuestros acaparan nuevamente la información y de paso, como fin de fiesta se volvió a caer en la tentación de ejecutar desde el poder a otro exgobernador. 
Se duplicaron los recursos en seguridad y se incrementaron los delitos.
Resaltar estas cifras imputa a Mario Anguiano Moreno la culpa de esta tragedia ya que su irresponsabilidad al no implementar una estrategia agravó los problemas, más de una vez, de un modo u de otro, se le advirtió del imperdo nable derramamiento de sangre que se acentuaba en todo el territorio estatal provocando el desgarre social.
Se le dijo también que su necedad hirió forzosamente al Estado de Derecho y, a la democracia: a la violencia criminal sumó la del Estado, el atentado en contra del exrector y exgobernador Fernando Moreno Peña comprueba lo que hoy le digo.
Hoy el anguianismo es referente obligado para entender la barbarie y la violencia criminal que deja como legado, la procuración de la justicia como ariete de la venganza política, el desuso de la inteligencia para dar rienda suelta a la fuerza, la hipoteca de las políticas públicas para obtener un resultado electoral magro en las pasadas elecciones de junio abanderando a su socio, un político “mentalmente sano” con conocidos trastornos depresivos al que le dan “asquitos” saludar a la gente.
En fin, el Sr. Chapo Guzmán se fugó del reclusorio y el Gobierno lo perdió como cliente. 
Si a Mario Anguiano Moreno le aplicamos una encuesta de servicios prestados en los últimos seis años, podríamos asegurar que como nuestro empleado, resultó todo un fiasco.
Por lo pronto, la actitud y la acción del anguianismo lo enjuician y lo condenan como un alumno aventajado del señor Guzmán Loera.
No desmayen ya faltan sólo nueve días para que se vaya el de Tinajas por la puerta de atrás, ojalá y desaparezca de la vida de los colimenses.
                                                      Ahí se ven.

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