martes, 27 de diciembre de 2016

LA TELEVISIÓN MATÓ A LA REVISTA CÓMICA Y MEXICANOS DEJARON DE LEER

La historieta, cómic, monitos, cuentos o muñequitos, como también se las llama, tienen gran importancia en México, estimándose que en su edad dorada (los años 40 y 50), una sola de sus revistas podía alcanzar tirada diaria de 350.000 ejemplares (con dos ediciones dominicales), y dado que un mismo ejemplar era leído de media por cinco individuos, permitieron que por primera vez entre cinco y diez millones de mexicanos, compartiesen "en sincronía los mismos deleites culturales".
Todavía en 1989, mantenían la capacidad de lectura de un 61 % de la población y constituían el 80 % de las publicaciones periódicas, aunque poco después el propio cómic mexicano (el creado por los autores nacionales), entraría en un período de crisis que dura hasta la actualidad. 
En cualquier caso, México ha sido el máximo productor de Occidente, en términos cuantitativos

La época de oro (1934-48)

Tras la estela del rotundo éxito de la revista Paquín (editorial Sayrols 1934-1947) que publicaba sobre todo material estadounidense en diferentes formatos, otros empresarios privados se lanzarían a la conquista del mercado nacional lanzando otras revistas misceláneas como Paquito (editorial Juventud, luego Panamericana 1935), Chamaco (publicaciones Herrerías 1936-1957) y con dirección de Ramón Valdiosera Berman, Pepín (editorial Juventud, luego Panamericana 1936-1958), que cuentan con tiradas de más de medio millón de ejemplares e historietas predominantemente mexicanas, como A batacazo limpio, Rolando Rabioso de Gaspar Bolaños, Los Supersabios de Germán Butze o Adelita y las guerrillas de José G. Cruz
La secretaría de educación pública y varias asociaciones católicas también editan sus propias revistas.
Determinadas características apartaban a los "pepines" (pues así se conocía coloquialmente a todas esas revistas) de los estándares del cómic internacional
Su formato extremoso: 28 por 43 centímetros los grandes, y 12 por 15 los chicos; su impresión en una sola tinta, con frecuencia sepia o verde; su proclividad al mediotono y al collage; su frenético ritmo: algunos aparecían todos los días y dos veces los domingos; su carácter misceláneo y finalmente su creciente orientación al público adulto.
Ya en la siguiente década tuvo lugar la edad de oro del cómic mexicano. 
Memín Pinguín (1945) de Yolanda Vargas Dulché y Sixto Valencia, La Familia Burrón (1948) y Los Superlocos de Gabriel Vargas, entre otros ejemplos, dan testimonio de ello.

Nuevas editoriales (1949-1963)
Paquín cerró en 1947, y aunque las tiradas se reducen, se fundan nuevas editoriales.
En 1949 aparece la editorial Novaro, cuya gran innovación fue la introducción del formato estadounidense del "comic book". 
Pronto se dedicó a difundir material de importación estadounidense por toda Latinoamérica y España, complementándolo con cómics de producción autóctona y finalidad didáctica como Vidas ejemplares (1954), Vidas ilustres (1956), Leyendas de América (1956), Tesoro de Cuentos Clásicos (1957), Epopeya (1958) o Lectura para todos (1959).
Se convirtió así en el sello "más prolífico e importante de cuantos se han dedicado a la historieta en México y por extensión, en todos los países de habla castellana".
Ya en los años 50, surgen nuevos formatos, como la historieta novelada de ancho lomo que presenta relatos completos de 250 o 300 páginas, y temáticas, como las revistas de contenido erótico editadas por Adolfo Mariño Ruiz, las historieta religiosas y las protagonizadas por luchadores, como "Santo, una revista atómica", obra de José G. Cruz que también edita Currito de arrabal.
En 1956, los esposos Yolanda Vargas Dulché y Guillermo de la Parra fundan también su propia editorial, dando origen finalmente al grupo editorial Vid, entre cuyas nuevas publicaciones puede destacarse Tawa, el hombre gacela (1959) de Joaquín Cervantes Bassoco y sobre todo Lágrimas, Risas y Amor, cuyas historias serían adaptadas a cine y televisión.
Y es que "la historieta del medio siglo no puede dilucidarse sin ubicarla en su circunstancia, sin rastrear influencias, préstamos y traslapes de otros medios", porque era ""parte indisociable de un continuo transmediático formado por el cine, la radio, la música grabada y en menor medida la menguante revista teatral".
Una nueva conciencia (1963-78)]
A partir de los sesentas, renace la historieta de tema político y concientizadora con revistas como La Garrapata en la que se dan a conocer autores como Helio Flores, Jis, Magú, Rogelio Naranjo y sobre todo Rius, que crea en 1964 Los Supermachos y el libro-cómic "Cuba para principiantes", que marca el inicio del estilo didáctico del autor y posteriormente Los Agachados (-1979). Paco Calderón muestra en ese sentido, su voz discrepante.
Desde la radio llegan en 1965 las exóticas aventuras de Kaliman, cuya revista se vendió semanalmente durante 26 años sin interrupciones a lo largo de 1,351 números consecutivos; Orión el Atlante (1974), Tamakún el vengador errante (1975) y Kendor el hombre del Tibet
Otras destacadas series de grafismo realista son "Alma Grande" (1961) y "El Payo", protagonizadas por charros, "Chanoc" de Martín de Lucenay y Ángel Mora, "Fantomas" o "Torbellino".
Con una orientación más adulta, triunfa revistas de crímenes como Casos de alarma (1971) y de terror como Tradiciones y leyendas de la colonia (1963) y El Monje Loco (1967), además de sus versiones cómicas como Hermelinda Linda (1965). 
Entre las historieta de ciencia ficción, pueden destacarse Aníbal (1966), Duda (1971) y Profesor Planeta (1974).
Surge también Snif, una revista de cómic adulto al modo de las europeas. 
Las revistas infantiles son, por otra parte, muy escasas.
La secretaría de educación pública también se interesa por el medio y patrocina series que reflejan la historia y literatura del país. 
Finalmente, empieza a distribuirse material de Marvel comics a través de las editoriales La Prensa y OEPISA
Un caso opuesto es el de Sergio Aragonés que se traslada a Estados Unidos.

La decadencia (1978-2016)
A partir de la década de los ochenta, los grandes editores, como Novedades editores o grupo editorial Vid enfocan su producción al material importado que les resulta más barato, produciéndose un boom del cómic de superhéroes y el manga.

La historieta además, deja de ser un medio de masas, al ser dramáticamente arrinconada "por la omnipresente pantalla chica". 
En los noventa se detiene incluso la producción de monitos infantiles, y se expanden los videojuegos, perdiéndose a gran parte del público que en otras épocas a esa edad, eran lectores, como describe crudamente Armando Bartra
Los mexicanos no hemos dejado de leer historietas para leer otra cosa, simplemente hemos dejado de leer. 
El derrumbe de los monitos es una catástrofe civilizatoria.
En el México del fin del milenio el lector es una especie en extinción.
La mayoría de los periódicos y muchas revistas y suplementos culturales cuentan, sin embargo, con cartones políticos e historietas como El Cerdotado (1998), y autores como Luis "el cartún" Pérez
Destaca también el surgimiento en 1978 de los "Sensacionales", historietas para adultos, en donde abundan los contenidos sexuales no explícitos y de acción, que se imprimen en un formato pequeño y a todo color, con atractivas portadas así como El libro vaquero.
También representativas de los ochenta son El Pantera (1980), Samurái John Barry (1983); El Cara de memorandúm (1983) de Manuel Ahumada, Karmatrón y los transformables (1986), Destrúktor el defensor cósmico (1987), Hombres y héroes (1987), La blanda patria (1988) de Luis Fernando Henríquez o La Netafísica (1989) de Alfonso Aráu, y las que presentan aventuras de luchadores como El Hijo del Santo o Blue Demon y de grupos musicales como Las Aventuras de Parchís o La banda Timbiriche.
De los 90, hay que citar obras de Trino y Jis como Santos contra la Tetona Mendoza y el surgimiento de fanzines independientes como la revista El Gallito inglés (1991), luego rebautizada como Gallito comics.
Algunos de sus autores Edgar Clement, Frik, Ricardo Peláez y José Quintero) fundarían el proyecto del taller del Perro en 1998.
Otros, como Oscar González Loyo, Oscar González Guerrero y Susana Romero fundan el ¡Ka-Boom! estudio en 1994. 
El sistema de distribución de los materiales en puestos de periódicos perjudica, sin embargo, al cómic independiente y muchos autores, como José Ladrönn o Humberto Ramos, trabajan en la industria extranjera.
A partir de inicios del siglo XXI, se han producido algunos intentos notables de publicaciones nacionales como Zeraky, El Bulbo, Meteorix 5.9 no aprobado (2000), Blue Demon Jr., el Legado, Caballo Negro, Santo, la leyenda de plata (2005), Rebelde, el cómic y la antología de Pulpo Cómics entre otros, además de incorporarse al medio autores como Bernardo Fernández.
Por otro lado, Beatriz Torres funda en 2004 WEE, "el anillo de historietas en español más importante en la red".
Finalmente, hay que mencionar la fundación del museo de la caricatura y la historieta –Joaquín Cervantes Bassoco, en la ciudad de Cuautla de Morelos en 2000.
Tiras cómicas que han tenido éxito en los últimos años gracias al uso de la relativamente nueva tecnología de las redes sociales para promocionarse han sido Cindy la regia (2004) por Ricardo Cucamonga y Jours de Papier (2013)./wikipedia libre

























No hay comentarios:

Publicar un comentario